SI NO SALE EL PLAN A, PENSEMOS EN UN PLAN B

SI NO SALE EL PLAN A, PENSEMOS EN UN PLAN B Previous item FESTIVAL DES TEMPLIERS... Next item La regla en competición...

Buena frase, aunque a veces nos cueste creerla y sigamos esforzándonos en volver al pasado irreal que nos habíamos inventado cuando era futuro.

Un lío de palabras ¿no?

Ahora la explico.

Cuando comenzó esta temporada, viendo que por fin iba consiguiendo que el dolor que tenía en la zona del isquiotibial iba a menos, me propuse hacer mis primeros 100kilómetros.

Me hacía mucha ilusión ver cómo respondería mi cuerpo y mi cabeza tanto a los entrenos como a la competición.

Era empezar una nueva era como deportista.

Todos mis entrenos y mi temporada iban enfocado a ello.
Mis carreras previas, eran preparatorias para lo que se venía. Siempre teniendo en mente el 30 de septiembre.

Ya sabía hasta lo que tenía pensado antes y después de esa fecha.

Pero como comentaba antes, a veces la vida te cambia los planes.

Marché a Chamonix con mucha carga de entrenos, y con el objetivo de que en la  MCC by UTMB, haría un entreno rápido para la gran cita que me esperaba en un mes, y con la idea de que la semana por allí iba a disfrutar mucho de los entrenos por esa zona, haciendo una semana buena de carga en un lugar inmejorable.

Y así fue.

Corriendo nieve viento y frío y mucha velocidad. Foto: Christian Alonso Urrea

Disfruté y sufrí la carrera, lo más rápido que podía para ser una carrera “tan corta” y la semana allí con la BOA family, apoyando a todos los conocidos en las diferentes carreras, y con unos entrenos increíbles en los que me lo pasé irrepetiblemente bien…acabaron.

Volví a casa y me empecé a sentir mal, muy mal. Muy muy mal.

Y lo peor vino.

Fiebre: 39,7.

No tenía ganas de nada, no podía ni tragar del dolor de garganta. Mi cuerpo era un trapo.

Dejé de entrenar casi una semana. Vamos que ni un paso delante de otro.

Era día 8 de septiembre.

Y al finde siguiente tenía otra cita… a la que veía lejos poder ir. Si daba dos pasos me ponía a toser, y esta cita era muy explosiva…a un kilómetro vertical no puedes ir así.

Empecé a mejorar, pero no tan rápido como me gustaría y el tiempo se me echaba encima.

Empecé a ver cómo peligraba mi gran objetivo del año. Por ese por el que había estado entrenando, por ese por el que quería luchar y ese al que tantas ganas le había puesto.

Día 15 de septiembre. Ya voy empezando a correr. Pero no tengo fuerzas para subir y menos aún rápido.

Empiezo a pensar en otros objetivos, hay que buscar una motivación nueva más adelante…o plegar temporada. Así sin más…

NO os imagináis la rabia que da, no os imagináis lo mal que te sientes después de luchar meses y meses por algo que en nada…se desvanece y sobre lo que no puedes hacer más de lo que ya estás haciendo.

Día 28 de septiembre. El tiempo va pasando, estoy mejorando, pero aún no estoy al 100%.

Subo una cuesta, me esfuerzo y aún noto cómo les cuesta a mis pulmones este esfuerzo.

Lo sé y por eso he tenido que decir adiós, no antes sin sentir una pena tremenda.

No sin antes llorar, no sin antes sufrir mucho.

Porque no todo sale como uno quiere ni como uno espera, pero hay que adaptarse a las circunstancias.

La vida puede cambiar en un momento, en un segundo, en una decisión todo puede ponerse patas arriba…

Lo bueno que también ante este cambio, aparece otra nueva oportunidad, otro nuevo objetivo, otro nuevo futuro aparece.

Por lo que con los años aprendes que, por mucho que persigas un sueño, puede que ese sea imposible, puede que no se pueda cumplir o puede ser que aparezca otro en el camino, que no esperabas, y que finalmente acabe siendo aquello que anhelabas.

Por esto hay que disfrutar el camino, no sólo querer llegar a la “meta”. Lo importante es el camino, siempre.

facebook
instagram